Cómo leer en un examen

Presentar un examen importante, como el ICFES Saber 11 o una prueba de admisión a universidades como la Universidad Nacional (UNAL) o la Universidad de Antioquia (UdeA), representa un reto que va más allá del simple conocimiento académico. Uno de los factores que más influye en el rendimiento durante estas evaluaciones es la forma en que se lee. En un examen, la lectura no es pasiva: es estratégica, crítica y orientada a la solución. Aprender a leer correctamente en un examen puede marcar la diferencia entre una respuesta acertada y un error por mala interpretación.
Muchos estudiantes cometen errores no por desconocimiento del tema, sino por no haber comprendido bien el enunciado de una pregunta. Ya sea por los nervios del momento, la presión del tiempo o por hábitos de lectura poco eficaces, una mala lectura puede costar valiosos puntos. En pruebas como el ICFES, donde las áreas como Lectura Crítica y Competencias Ciudadanas exigen una comprensión precisa de textos complejos, o en exámenes como el de la UNAL y la UdeA, donde la lectura es esencial para resolver problemas de razonamiento lógico, interpretar gráficos, comprender instrucciones o relacionar textos, desarrollar una lectura eficiente y enfocada se vuelve fundamental.
A continuación, se presentan cinco principios clave para leer de forma efectiva durante un examen académico de alta exigencia.
Lee con un propósito claro
No se trata de leer por leer. En un examen, debes identificar de inmediato qué te están preguntando y con qué intención. Antes de lanzarte a leer todo el texto o enunciado, revisa las instrucciones y observa qué información necesitas extraer. Por ejemplo, en las preguntas tipo ICFES, muchas veces el texto está acompañado de una consigna específica como «Según el texto, ¿cuál es la intención del autor?» o «¿Cuál de las siguientes opciones contradice la tesis principal?». Este tipo de pistas debe orientar tu lectura hacia lo relevante.
En el caso de la UNAL, donde abundan las preguntas con textos breves o gráficos, es vital comprender qué se te pide antes de analizar todos los elementos. Tener claro el propósito desde el inicio evita que pierdas tiempo interpretando detalles irrelevantes.
No leas de forma lineal: explora antes de profundizar
Una técnica útil consiste en realizar una lectura exploratoria. Antes de sumergirte en cada palabra del texto, examina visualmente su estructura: ¿es una narrativa?, ¿un argumento?, ¿una tabla?, ¿una noticia? Esto te permitirá anticipar el tipo de información que hallarás y cómo se relaciona con la pregunta.
Luego de esta lectura rápida, regresa al enunciado y empieza una segunda lectura más detallada con base en lo que necesitas responder. Este método evita que te satures con información innecesaria y te ayuda a focalizar tu atención.
Subraya mentalmente o toma notas breves (si el examen lo permite)
En pruebas en papel, como el examen de la UdeA o el Saber 11, puedes subrayar ideas clave, marcar palabras importantes del enunciado o anotar con lápiz conceptos que conecten ideas. Este pequeño ejercicio ayuda a mantener la concentración y a fijar la atención en los elementos centrales del texto.
En exámenes digitales, como algunos simulacros o plataformas virtuales de práctica, este ejercicio puede ser mental o incluso acompañado de anotaciones en una hoja de borrador. Lo importante es que no dejes pasar palabras clave como no, excepto, principalmente, a partir de, que suelen cambiar el sentido completo de la respuesta correcta.
Cuidado con las opciones distractoras
Una parte fundamental de la lectura en los exámenes es leer las opciones de respuesta con el mismo cuidado con el que se lee el enunciado. Muchos estudiantes caen en la trampa de elegir la primera opción que “suena bien” o que “parece lógica”, sin verificar si realmente responde a lo que se está preguntando.
En pruebas de admisión como la UNAL y la UdeA, es común encontrar distractores que contienen información verdadera pero irrelevante para la pregunta. Por eso, es clave volver al enunciado y asegurarte de que tu opción seleccionada sea coherente con lo que se solicita, y no simplemente con lo que parece correcto.
Administra el tiempo sin sacrificar comprensión
Una buena lectura en el examen no significa leer más rápido, sino leer mejor. Sin embargo, el tiempo sí es un factor crucial. Lo ideal es establecer un equilibrio entre velocidad y comprensión. Si una pregunta te toma demasiado tiempo por el texto que la acompaña, puedes aplicar una lectura en zigzag: lee las primeras líneas, identifica palabras clave y verifica si hay pistas en las opciones de respuesta.
En el examen de la UNAL, por ejemplo, tienes aproximadamente un minuto por pregunta. Si detectas que una pregunta requiere más lectura que otras, no te frenes. Continúa con las demás y regresa después con una mente más despejada. La ansiedad y la prisa son enemigos directos de una lectura comprensiva.
Leer bien en un examen no es un talento innato, sino una habilidad que se puede entrenar. La lectura estratégica te permite entender mejor lo que se te pregunta, filtrar la información importante y responder con mayor precisión. Esto cobra una importancia aún mayor en pruebas estandarizadas y de admisión como el ICFES Saber 11, la UNAL o la UdeA, donde cada segundo y cada palabra cuentan.
Si estás próximo a presentar una de estas evaluaciones, recuerda que no basta con estudiar los temas: también debes entrenar cómo los enfrentas dentro del examen, y eso empieza por saber cómo leer. Leer en un examen es leer con intención, con atención y con estrategia.